Glamur en bandolera en Saint-Tropez



Esta mañana, el ambiente es tranquilo en el camping Les Tournels. Hoy has planeado una escapada muy especial: rumbo a Saint-Tropez, para descubrir su legendario encanto, entre callejuelas elegantes, yates y direcciones secretas.
En la mochila, llega el momento de preparar tus mejores galas: un sombrero elegante, gafas de sol y un toque de carmín, ¡porque en Saint-Tropez nunca se sabe con quién te puedes cruzar!
Recuerda: durante la temporada alta, se produce una gran afluencia los martes y sábados, días de mercado (Place des Lices, 8 h-12 h). Adapta tu programa según el día.


Puedes dejar el coche en uno de los parkings de la ciudad o tomar el bus 875 (durante la temporada alta) para llegar a la ciudad.
A esta hora, aún se puede dar un paseo apacible por los muelles. Nada mejor que deambular por el viejo puerto y disfrutar de un dulce en uno de los cafés más famosos, como el célebre Sénéquier. Abundan los Mini-Moke y los descapotables, mientras los yates brillan al sol, amarrados unos junto a otros como en una exposición flotante.





Al final del muelle Jean-Jaurès, te adentrarás en el pueblo por sus callejuelas típicas de la Provenza. Podrás pasear por el barrio de La Ponche, allí donde Brigitte Bardot solía caminar descalza. La Ponche y La Fontanette, las playas vecinas, se extienden junto al barrio más antiguo de Saint-Tropez, al pie de las casas de pescadores. Fachadas en tonos pastel, contraventanas azules, cascadas de buganvilias… el encanto de la población, situada junto al agua, te hechizará al instante.
Por el camino, reconocerás la Iglesia Notre-Dame-de-l’Assomption, uno de los símbolos de Saint-Tropez, con sus colores ocres y amarillos.


Rumbo al corazón del pueblo. Las tiendas ya están abiertas, el bullicio aumenta: ¡es un placer perderse por las calles comerciales! Puedes entrar en una pequeña galería de arte o en un concept store refinado, solo por el placer de mirar.
Tiendas con encanto se codean con las grandes marcas: Rolex, Dior, Chanel, Vuitton, todas están presentes en bellos edificios provenzales. Con grandes nombres como Ladurée o Cédric Grolet, la pastelería también se consolida en el sector del lujo.
Al sur, tus pasos te llevarán inevitablemente a la famosa Place des Lices, donde los jugadores de petanca se enfrentan bajo los plátanos. Ya es hora de comer algo: un snack, aperitivo o la famosa tarta tropézienne.
Recuerda: durante la temporada alta, se produce una gran afluencia los martes y sábados, días de mercado (Place des Lices, 8 h-12 h). Adapta tu programa según el día.



Una vez recuperadas las fuerzas, podrás subir a la Ciudadela. Desde allí, las vistas al golfo de Saint-Tropez son espectaculares. Los tejados ocres, los mástiles de los barcos, las colinas cercanas… todo bañado por la luz de la Provenza. Podrás seguir paseando tranquilamente por las murallas, cámara en mano, para capturar el instante y recordar que Saint-Tropez fue, en su día, el tercer puerto francés del Mediterráneo.
El día transcurrirá a tu ritmo, ya sea visitando el museo de la Ciudadela o simplemente disfrutando de las vistas.


Más tarde puedes volver a la carretera para llegar a la mítica playa de Pampelonne. Te acomodarás en la mesa reservada de un pequeño restaurante en la playa. En el menú: tartar de dorada, ensalada de tomates antiguos con burrata y una copa de rosado bien frío.
Tras una buena comida frente al mar, es hora de tender la toalla en la arena y entregarse a los placeres del agua.
Los más jóvenes alquilarán un pádel o probarán la boya remolcada o el jet ski. Mientras tanto, tu podrás leer un libro con los pies hundidos en la cálida arena. Las conversaciones se mezclarán con el ruido de las olas… el tiempo se detendrá. La agitación del puerto ha quedado atrás: aquí todo es sol y placer.





Si te gustan los ambientes festivos, no te pierdas los famosos Beach Clubs de Pampelonne. Reserva mesa y tumbonas en una paillote privada: muebles de madera flotante, sombrillas de colores y vino rosado a raudales. Gama alta (Byblos, Club 55…) y fiestas en la playa (Nikki Beach, Bagatelle…), para una experiencia dorada bajo el sol.


En el camino de vuelta, las conversaciones fluyen: las callejuelas, los vestidos cruzados, los yates inmensos, la sencillez oculta tras el prestigio. De regreso a Les Tournels, recuperarás el frescor del pinar y la serenidad del lugar.

de Mediterráneo?