Surcar las aguas color esmeralda de las gargantas del Verdon



El día amanece suavemente a lo alto de Ramatuelle. La luz dorada acaricia los pinos y anuncia un día intenso. Los niños no caben en sí de gozo: hoy toca poner rumbo a las gargantas del Verdon para una excursión en kayak.
En las mochilas, solo necesitarás lo básico: un buen pícnic, mucha agua, gorra, chanclas, zapatillas, gafas de sol y bañadores. La carretera te llevará al puente Pont du Galetas en Aiguines, a unas 2.30 h del camping. La emoción crece a medida que el paisaje se vuelve más salvaje.
Recuerda: durante la temporada alta, la zona del Pont du Galetas puede estar muy concurrida. ¡Sal temprano!


Tras algunas curvas espectaculares por las colinas provenzales, llegarás por fin el lago de Sainte-Croix. Las aguas de color esmeralda centellean bajo el sol, flanqueadas por vertiginosos acantilados calcáreos. Recoges los kayaks en uno de los centros de alquiler del lago. Tras las instrucciones de seguridad, ¡al agua, patos! con las palas en mano y listos para la aventura.
Tras el Pont du Galetas, las gargantas se abren majestuosas ante ti. El agua está tranquila, perfecta para una paseo apacible. Los niños disfrutarán jugando a ser exploradores, entre carcajadas y salpicaduras.
Recuerda: tiempo medio de la excursión ida y vuelta sin paradas: 2 horas.





Tras una hora de recorrido, localizas una calita. Es hora de desembarcar y tender las toallas para una pausa bien merecida. En el menú: almuerzo junto al agua y baño refrescante… Un momento sencillo, pero perfecto.
Los niños podrán explorar los alrededores buscando piedras planas y cangrejos. Tú dejarás que el tiempo se detenga, mecido por la frescura del agua y la belleza bruta del cañón.


Es hora de retomar las palas para volver a la base de salida. Te cruzas con muchas embarcaciones… cada uno disfruta a su manera de este tesoro natural.
Una ligera corriente te ayuda en el tramo final y llegas al embarcadero con la sensación de haber vivido una auténtica expedición, accesible pero diferente. Los niños están empapados, con el cabello enmarañado por el viento, pero con una sonrisa de oreja a oreja que lo dice todo.



Tras devolver chalecos y palas, es hora de mimarse con un descanso bien merecido. Puedes quedarte un rato junto al lago para prolongar las alegrías del agua o acercarte a Moustiers-Sainte-Marie.
Pues sí, ¿y si aprovechas esta escapada para visitar uno de los pueblos más bonitos de la Provenza? A solo 7 km, Moustiers-Sainte-Marie, capital de la cerámica, cuenta con numerosas tiendas de lavanda, cafeterías, heladerías y restaurantes en un marco auténtico y deslumbrante. Podrás pasear a tu ritmo por las callejuelas estrechas, disfrutando de la suavidad de la tarde.


El coche avanza tranquilamente por la garriga bañada por la luz dorada del atardecer. Al llegar a Les Tournels, la noche cae sobre el viñedo y los olivos. Todo el mundo comparte ahora su momento preferido del día.
Los niños se dormirán sin protestar, aún mecidos por las aguas del Verdon. Y tú te quedarás todavía un rato fuera, escuchando el silencio de la noche… con un único deseo: volver a empezar mañana.



de Mediterráneo?